Cuento corto 5

Jesse Avilés
2 min readApr 20, 2024

Dos espíritus observaban la gente a su alrededor. Se mofaban de ellos.
— Vida finita. ¿Para qué vivir entonces? — decía uno.
— Nada mejor que ser libres del tiempo y de la muerte. — dijo el otro.
— Si yo fuera ellos desearía morir y ser un espíritu. ¿Qué de bueno puede tener una existencia tan limitada? —
— ¿Qué tal un juego? Existe una forma de que seas como ellos. Es arriesgado, si funciona será divertido. — El espíritu no aceptó el reto en ese momento. Luego de observar varias vidas el espíritu dijo con sorna, — Acepto, iré entre la gente. —
Y así emprendieron la búsqueda de aquello que necesitaban para vivir entre la gente. Al haberlo reunido todo y estar en el lugar indicado dijo el espíritu que se quedaba:
— Cien de sus años vivirás. — y el otro respondió, — Son muchos, cuarenta serán. — Dicho esto, nació entre la gente.
Su primer recuerdo fue un olor; sudor y leche. La primera imagen que tuvo grabada para toda la vida fue un perro en su regazo. Rio y lloró con furia y alegría, con lo que su ser daba y hasta con lo que su ser no tenía. Tuvo amores fugaces y amores eternos y ambos fueron plenos. Vicios, caídas, pérdidas y triunfos tocaron su ser. Tuvo espacios llenos de pequeñeces y soledades llenas de eternidad. Y mientras saboreaba la vida un día se encontró del otro lado, mirando lo que había sido su vestido de carne. Escuchó los sollozos y se mojó con las lágrimas de aquellos que le había prestado su vida y de aquellos a quien hizo vivir. Y los vio también continuar con el resto de sus vidas.
Fue entonces que miró al lado y vio al otro espíritu. Observó tristeza en su rostro y le pregunta el motivo para ella.
— Viviste y contigo viví yo. Los muertos somos nosotros. —

--

--

Jesse Avilés

De vez en cuando escribo historias cortas. Las historias bailan entre dos lenguas e imágenes capturadas por una cajita.